Introducción

La "Gran Alianza" que había permitido derrotar a los fascismos europeos y el expansionismo japonés se rompió nada más acabar la guerra. Se iniciaba la "guerra fría". Este concepto designa esencialmente la larga y abierta rivalidad que enfrentó a EE.UU. y la Unión Soviética y sus respectivos aliados tras la segunda guerra mundial. Este conflicto fue la clave de las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo y se libró en los frentes político, económica y propagandístico, pero solo de forma muy limitada en el frente militar.

Tratados


Conferencias de Potsdam:

Los "Tres Grandes" tras culminar la derrota de la Alemania nazi se reunieron en Potsdam, en las afueras de Berlín, del 17 de julio al 2 de agosto de 1945 para concretar la suerte del vencido.
Pese a la victoria común sobre el Eje y la capitulación incondicional de la Wehrmacht, el ejército alemán, el 7 y 8 de mayo, el ambiente en la conferencia había cambiado con respecto a Teherán o Yalta, tal como habían cambiado sus protagonistas. Al lado del dictador soviético, Truman a sustituido a un presidente Roosevelt que había fallecido unos meses antes y Atlee, el líder británico laborista, sustituye a un Churchill derrotado sorprendentemente en las elecciones generales de 1945.
Los dirigentes de la Gran Alianza acordaron establecer una autoridad suprema interaliada en Alemania en la que el poder real residiría en un Consejo Supremo de Control formado por los comandantes militares de las cuatro zonas de ocupación: americana en el sudoeste, británica al noroeste, francesa en el oeste y soviética al este. Era una mera división administrativa de Alemania y, en aquel momento, ninguno de los líderes reunidos pensó en una división política de la potencia derrotada.
Austria también fue dividida en cuatro zonas, así como Berlín y Viena.
Se definió el denominado plan de las cuatro "D": desnazificación, desmilitarización, descartelización (abolición de los grandes "carteles" económicos germanos) y democratización. Este plan debía ser la base de la reconstrucción de Alemania. Todas las organizaciones nacional-socialistas debían ser disueltas, la administración depurada y los criminales de guerra castigados en un Tribunal que tendrían como sede Nüremberg, la capital de los grandes congresos nazis. Todas las organizaciones militares y paramilitares debían ser disueltas y desarticulada la industria armamentística, así como los grandes conglomerados industriales. La democratización pasaría por la vuelta a la legalidad de los partidos políticos y sindicatos, por elecciones locales y el restablecimiento de las libertades civiles.
Los ministros de asuntos exteriores quedaron encargados de preparar un tratado de paz definitivo con Alemania. No hubo acuerdo sobre el trazado de la frontera germano-polaca, pero la URSS impuso una política de hechos consumados anexionando a Polonia importantes territorios germanos y fijando la línea Oder-Neisse como la frontera definitiva. Este cambio de fronteras se vio acompañado de la expulsión de diez millones de alemanes de territorios orientales y de amplios desplazamientos, a menudo dramáticos, de población en toda la Europa oriental.
En lo referente a las reparaciones de guerra, se acordó tras ásperas discusiones que serían extraídas por cada potencia en su área de ocupación, aunque a la Unión Soviética se le permitió obtener del 10 al 15 por ciento del equipamiento industrial de las zonas occidentales a cambio de productos agrícolas y de otro tipo de su zona de ocupación.
Pese a la proclamación solemne de la creencia en la responsabilidad colectiva de las grandes potencias en el establecimiento de una paz justa y concertada y de la adhesión unánime a los principios de la Carta del Atlántico, la realidad fue que en la Conferencia de Potsdam afloraron ya de una manera bastante evidente las divergencias ideológicas y las ambiciones nacionales irreconciliables que llevarían a corto plazo al fin de la Gran Alianza y al inicio de la guerra fría.

Yalta:
La Conferencia que los "Tres Grandes", Churchill, Roosevelt y Stalin, celebraron en Yalta (Crimea - antigua URSS) del 4 al 11 de febrero de 1945 es posiblemente uno de los hechos diplomáticos más célebres del siglo XX. Durante la guerra fría se mantuvo la idea de que en Yalta se había producido una división del mundo entre las potencias occidentales y la URSS. La realidad no fue esa.
Los "Tres Grandes" se reunieron para coordinar sus planes de guerra en un momento en el que las operaciones contra las potencias del Eje habían entrado en un momento decisivo. Churchill, Roosevelt y Stalin intentaron llegar a un acuerdo lo más amplio posible sobre los puntos de fricción que les separaban en lo referente al futuro de una Europa que se adivinaba prontamente liberada de la dictadura hitleriana.
La situación en el momento de la Conferencia favorecía claramente a Stalin. Tras las impresionantes ofensivas del Ejército Rojo en 1944, las tropas soviéticas se hallaban a 70 kilómetros de Berlín y ocupaban prácticamente toda la Europa central y oriental. Al mismo tiempo, el mantenimiento del pacto de neutralidad con Japón permitía a Moscú mantener una posición de fuerza en todo lo relacionado con las cuestiones polaca y alemana.
De Gaulle trató de que Francia fuera incluida en la Conferencia con escaso éxito. Roosevelt se negó a incluir a un país que había sido liberado por los anglosajones, aduciendo que su líder, De Gaulle, no había sido elegido por su pueblo.
En esta conferencia se acordaron cinco resoluciones principales:
Alemania sería desmilitarizada y dividida en cuatro zonas de ocupación de la URSS, EEUU, Gran Bretaña y Francia (incluida por demanda de Churchill). Estaría sujeta a fuertes reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania, quedando su frontera oriental fijada en la línea marcada por los ríos Oder y Neisse. Se estableció que un tribunal internacional juzgaría a los principales criminales de guerra nazis. Lo que posteriormente llevó a los Juicios de Nüremberg.
Polonia sería "desplazada" hacia el oeste, anexionándose los territorios que Alemania perdía en el oriente y cediendo en el oriente los territorios que habían quedado bajo el dominio soviético tras el pacto de no agresión germano-soviético en 1939. El denominado Comité de Lublin, formado esencialmente por comunistas, constituirían el núcleo principal del futuro gobierno polaco, aunque también tendrán presencia los miembros del gobierno provisional polaco pro-occidental con sede en Londres.
Con respecto a las Naciones Unidas, cuya Carta había sido ya redactada en borrador, se acordó un compromiso sobre la fórmula de voto en el futuro Consejo de Seguridad, poniendo el énfasis en el papel clave de las grandes potencias vencedoras en la futura organización de la paz.
Por último, se aprobó la denominada Declaración sobre la Europa liberada en la que los "Tres Grandes" se comprometieron a que la reconstrucción de Europa se hiciera por medios democráticos constituyendo gobiernos democráticos ampliamente representativos de todos los elementos no fascistas de cada nación. Esos gobiernos deberían convocar lo antes posible elecciones libres que permitieran la creación de gobiernos que emanaran de la voluntad popular.
Fue la violación de estos acuerdos por parte de los soviéticos lo que llevó a la división de Europa y a lo que se vino a denominar el "telón de acero". Posteriormente, los republicanos norteamericanos contrarios a Roosevelt y su legado, y el propio De Gaulle, marginado de la reunión, fomentaron la falsa idea de que en Yalta se acordó la división de Europa en dos esferas de influencia, occidental y soviética.
Por último, en lo referente al Extremo Oriente se acordó un protocolo secreto por el que a cambio de la entrada de la URSS en guerra contra Japón en el plazo de dos o tres meses tras la derrota alemana, la Unión Soviética recuperaría todos los territorios perdidos tras la guerra ruso-japonesa de 1905.
La Conferencia de El Cairo (también denominada "SEXTANT") celebrada del 22 al 26 de noviembre de 1943, en la ciudad de El Cairo, Egipto, definió la posición Aliada contra Japón durante la Segunda Guerra Mundial y tomó decisiones sobre el futuro de Asia en la posguerra. Asistieron a la reunión el presidente Franklin Roosevelt por los Estados Unidos, el primer ministro Winston Churchill por el Reino Unido, y Chiang Kai-shek por la República de China.
La Declaración de El Cairo fue firmada el 27 de noviembre de 1943 y hecha pública en un comunicado a través de la radio el 1 de diciembre, señalando la intención de los Aliados de continuar el despliegue de la fuerza militar hasta la rendición incondicional de Japón. Las tres principales cláusulas de la Declaración de El Cairo eran que:
• "Se despojaría a Japón de todas las islas en el Pacífico que había ocupado o incautado desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914"
• "Sería restituido a la República de China, todos los territorios que Japón había arrebatado a los chinos, como Manchuria, Formosa y las Islas Pescadores
• "En su momento, Corea se haría independiente y libre
teheran:
Los principales dirigentes aliados (Roosevelt, Stalin y Churchill) eran conocidos como los "Tres Grandes" a causa del poderío de las naciones que representaban y su colaboración pacífica durante la Segunda Guerra Mundial. Estos tres líderes sólo se reunieron dos veces durante la Segunda Guerra Mundial, pero cuando conferenciaron, sus decisiones cambiaron el curso de la historia.
La primera de estas dos conferencias, la Conferencia de Teherán, tuvo lugar en Teherán, la capital de Irán, entonces Persia. Se produjo después de muchos escritos y amenazas, ya que Roosevelt deseaba fortalecer la cooperación entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS. De hecho, Roosevelt deseaba tanto esta reunión que estaba dispuesto a hacer numerosas concesiones a Stalin, y la elección de la ubicación en sí, fue un lugar que era más conveniente para Stalin.
Churchill y los diplomáticos británicos esperaban establecer un método para hacer frente a Stalin antes de la conferencia, y por lo tanto, organizaron la Conferencia de El Cairo. Sin embargo, la Conferencia de El Cairo no fue como estaba previsto. Roosevelt se retiró, nervioso, haciendo caso omiso de la cuestión de Stalin, y la conferencia se dedicó principalmente a debatir la futura política con China y Japón.
Roosevelt llegó a Teherán el 28 de noviembre de 1943, con poco poder de negociación y en malas condiciones físicas. En cambio, Stalin llegó jubiloso debido a las recientes victorias de la URSS en Europa oriental. Churchill estaba tranquilo y centrado, con la esperanza de promover su plan del Mediterráneo.
La Conferencia de Teherán fue la primera conferencia de los "Tres Grandes" en la Segunda Guerra Mundial, por lo que la primera cosa que hicieron los Estados Unidos y Gran Bretaña fue garantizar la plena cooperación y la asistencia de la Unión Soviética en todas las políticas de la guerra. Stalin aceptó, pero a un precio, Roosevelt y Churchill tendrían que apoyar su mandato y a los partisanos en Yugoslavia, y también para permitir la modificación de la frontera entre Polonia y la URSS. Roosevelt, Churchill, Stalin y luego se trasladaron a asuntos más importantes, principalmente la Operación Overlord y la guerra política. La Operación Overlord estaba programada para comenzar en mayo de 1944, en compenetración con el ataque soviético a la frontera oriental de Alemania. En la serie de batallas que más tarde se conocería como "Día D", se combinaron fuerzas de Canadá, del Reino Unido, de los Estados Unidos, y muchos otros países. Los "Tres Grandes" pasaron días discutiendo acerca de cuándo debería tener lugar la Operación Overlord.
A continuación, Roosevelt dio una promesa a Stalin, que había estado esperando desde junio de 1941: que los anglo-americanos abrieran un segundo frente en Francia en la primavera de 1944. Esto fue el objetivo político de Stalin de gran magnitud en la guerra, por lo que se quedó bien satisfecho. Churchill hasta ese momento había estado buscando el empuje de las fuerzas del Reino Unido, Estados Unidos y de la Commonwealth a través del Mediterráneo para garantizar los intereses británicos en Oriente Medio y la India. Roosevelt estaba decidido a acabar con el Imperio Británico y las concesiones a Stalin tenian este propósito. En cuanto a la política general de la guerra, la Unión Soviética rogó el envió de las tropas solicitadas de la reserva en Europa Occidental, y se acordó que estas tropas llegarían en la primavera de 1944. También se acordó que la Unión Soviética entrara en guerra contra Japón una vez que la Alemania nazi fuese derrotada. Roosevelt, Churchill y Stalin también coincidieron en que las Potencias del Eje se debian entregarse incondicionalmente y que una vez vencidas, los territorios de las Potencias del Eje debian ser controlados por la URSS, los EE.UU. y el Reino Unido. En cuanto a las alianzas y las relaciones internacionales, también se discutió sobre Irán y Turquía. Roosevelt, Churchill y Stalin, estuvieron de acuerdo en apoyar al gobierno de Irán, tal como se indica en la siguiente declaración:
Los tres gobiernos se han dado cuenta de que la guerra ha causado especiales dificultades económicas para Irán, y que todos estamos de acuerdo en que se sigan poniendo a disposición del Gobierno de Irán tales ayudas como la asistencia económica, teniendo en cuenta las grandes exigencias formuladas por las operaciones militares en todo el mundo, así como la escasez de transporte, materias primas y suministros para el consumo civil en todo el mundo.
Además, la Unión Soviética debía prometer apoyo a Turquía en caso de que se encontrara en guerra, y Roosevelt, Churchill y Stalin decidieron que también sería deseable que Turquía entrara en la guerra con los aliados antes de que finalizara el año. A pesar de que Stalin fue forzado a aceptar los acuerdos de la conferencia, este utilizó la victoria soviética en la Batalla de Kursk y el poderío militar, así como puestos clave en el frente alemán, para conseguir su camino. Roosevelt trató de hacer frente a la arremetida de las demandas, pero con algunas posiciones estratégicas y otras facultades de negociación, pudo hacer muy poco para apaciguar a Stalin. Churchill sostuvo principalmente su plan del Mediterráneo en lugar de la Operación Overlord. Una de las mayores concesiones que hicieron Roosevelt y Churchill fue la cuestión de Polonia después de la guerra. Stalin expresó su deseo de que una zona en la parte oriental de Polonia, debía añadirse a la URSS y las fronteras polacas con Alemania tenian que ser declaradas a lo largo de los ríos Oder y Neisse y la línea Curzon. A pesar de las protestas del Gobierno de Polonia en el exilio en Londres, en esto Churchill y Roosevelt estuvieron de acuerdo con esta demanda, además Churchill y Roosevelt también dieron a Stalin libertad en los asuntos de su propio país, y esto permitió a la URSS establecer gobiernos títeres comunistas en Polonia, la República Checa, Eslovaquia, los países bálticos, Rumanía y otros países de Europa oriental. Después de las citadas conclusiones que se hicieron, los tres mandatarios regresaron a sus respectivos países para llevar a cabo las políticas de guerra, con el acuerdo de que los dirigentes militares de los tres países debían reunirse a menudo, para continuar el debate
El Pacto de Varsovia fue uno de los muchos instrumentos elaborados por las superpotencias en pugna como parte del reparto de fuerzas, desigual en favor de los estadounidenses, fijado extraoficialmente al final de la Segunda Guerra Mundial. Su límite coincidía en términos globales con las líneas de demarcación pactadas en las cumbres que Roosevelt, Churchill y Stalin habían mantenido entre 1943 y 1945, con escasas dubitaciones acerca del territorio alemán y austríaco que se resolvieron en la partición del primero y la retirada de todas las fuerzas del segundo.
La competencia por el terreno asiático se resolvió parcialmente con la proclamación de la República Popular en China —sin que la Unión Soviética estuviese muy satisfecha con la situación,1 aunque China participaría como observador hasta su ruptura con el gobierno soviético en 1968— y la ocupación estadounidense de Japón, pero su ambigüedad dio lugar a la mayoría de los conflictos que estallaron finalmente entre las potencias.
La estrategia soviética, al igual que la estadounidense, consistió principalmente en asegurar su zona de influencia sin que ello llevara a un conflicto abierto con el oponente, y por lo tanto se tradujo en un nivel restringido de actividad militar aun dentro de las fronteras.
La solidez del Bloque del Este era menos monolítica de lo que la propaganda radiofónica estadounidense, centrada en "agrupar a los pueblos libres que se resisten a ser subyugados por minorías armadas o por presiones exteriores",2 es decir, a los crecientemente importantes movimientos comunistas en los países de Europa occidental y el Medio Oriente, daba a entender.
Ya en 1948 la Yugoslavia del mariscal Tito había marcado sus diferencias con Moscú, y las desavenencias diplomáticas entre China y la Unión Soviética con ocasión de la guerra de Corea fueron prominentes. En realidad, la política exterior de ambas potencias estuvo más ocupada en intentar aprovechar las crisis económicas que creían inminentes, cuya gravedad llevó a Estados Unidos a desarrollar el plan Marshall y la OTAN como medios de contener la revolución social.3 En los estados del Bloque del Este, los movimientos comunistas estuvieron hasta entrados los '60 abiertamente comprometidos con la construcción de democracias parlamentarias, con representación de la burguesía y los terratenientes, y modelos económicos híbridos.
La resistencia del gobierno stalinista a revisar los límites trazados por los acuerdos de Yalta estaba basada únicamente en la relativa debilidad militar de la URSS en comparación con el enorme armamento estadounidense, que permaneció desde la guerra hasta nuestros días en las múltiples bases que estableció en Europa y Asia Menor. Antes que el dominio absoluto del frente interno, la apuesta soviética fue la participación en la carrera armamentista, que implicó una creciente y ruinosa inversión en tecnología militar, pero no un aumento de los efectivos. Inclusive Finlandia, en la que el Partido Comunista era la pieza central del gobierno, solicitó y obtuvo la retirada del Ejército Rojo de la base militar de Porkkala.
Mientras el clima político finés y el liderazgo duro de Tito en Yugoslavia, férreamente controlado, hicieron posible que estos Estados no entraran a formar parte del Pacto, en otros países la situación interna era más compleja. En Hungría, las disensiones internas del Partido Comunista, cuyas facciones estudiantiles protestaban por la acción militar soviética en los incidentes de Poznań, se combinaron con la insurrección ultranacionalista de József Dudás para dar lugar a la sublevación, que fue reprimida con dureza por las fuerzas del Pacto.
Se ha argumentado que el Pacto de Varsovia era, en la práctica, un instrumento de control de la Unión Soviética sobre los estados socialistas del este de Europa a fin de impedir que salieran de su égida. En algunos casos, efectivamente, los intentos de los países miembros para dejar el Pacto fueron aplastados militarmente, como por ejemplo la Revolución de Hungría de 1956: en octubre de ese año, el Ejército Rojo soviético, amparándose en las previsiones del Pacto de Varsovia, entró en Hungría y acabó con una inicipente revolución anticomunista en apenas dos semanas.
Las fuerzas del Pacto de Varsovia fueron utilizadas también en contra de alguno de sus miembros, como en 1968, durante la Primavera de Praga, cuando invadieron Checoslovaquia para acabar con las reformas flexibilizadoras que estaba encarando el gobierno, catalogadas por la URSS como tendientes a destruir el socialismo. La llamada Doctrina Brezhnev, que marcaba la política militar exterior de la Unión Soviética en la época, establecía: "Cuando hay fuerzas que son hostiles al socialismo y tratan de cambiar el desarrollo de algún país socialista hacía el capitalismo, se convierten no solo en un problema del país concerniente, sino un problema común que concierne a todos los países socialistas". Albania se retiró de la alianza en 1961 como resultado de la separación chino-soviética en la que el régimen estalinista de línea dura apoyó a la República Popular China.
Aunque los países de la OTAN y los del Pacto de Varsovia no se enfrentaron en ningún conflicto armado, mantuvieron activa la Guerra Fría por más de 35 años. En diciembre de 1988, Mijail Gorbachov, líder de la Unión Soviética en ese tiempo, anunció la llamada Doctrina Sinatra, la cual establecía que la Doctrina Brezhnev sería abandonada y que los países de Europa del Este podrían hacer lo que consideraran conveniente.
La vigencia de la doctrina Sinatra, y la consiguiente desactivación de la amenaza militar soviética sobre los países socialistas que emprendieran reformas, contribuyó a la aceleración de los cambios que sacudieron Europa del Este a partir de 1989. Los nuevos gobiernos del este eran menos partidarios que los precedentes al mantenimiento del Pacto de Varsovia, y en enero de 1991 Checoslovaquia, Hungría y Polonia anunciaron que se retirarían el 1 de julio de ese mismo año. Al retirarse Bulgaria en febrero, el Pacto se vio disuelto a efectos prácticos. La disolución oficial, aceptada por la Unión Soviética, se formalizó en la reunión en Praga el 1 de julio de 1991.
El 12 de marzo de 1999, Checoslovaquia, Hungría y Polonia, antiguos miembros del Pacto de Varsovia, se unieron a la OTAN. Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía y Eslovaquia se unieron en marzo de 2004 junto con Eslovenia
El Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o Comecon) fue una organización de cooperación económica formada en torno a la Unión Soviética por los países del llamado socialismo real y cuyos objetivos eran el fomento de las relaciones comerciales entre los estados miembro en un intento de contrapesar a los organismos económicos internacionales de economía capitalista, así como presentar una alternativa al denominado Plan Marshall desarrollado por Estados Unidos para la reorganización de la economía europea tras la Segunda Guerra Mundial. Existió entre enero 1949 y abril de 1991.
Por impulso de la Unión Soviética, los miembros del CAME dividieron el trabajo entre los distintos países, creando zonas productoras de materias primas, siderurgia, industria petroquímica, etc., coincidiendo con cada país, lo que acentuaba la dependencia de todos ellos de la Unión Soviética que en algunas ocasiones representaba el 40% de los intercambios entre los mismos.
Su fase de mayor expansión internacional coincidió con los años 1970, cuando controlaba el 10% del tráfico mundial de mercancías. El 28 de junio de 1991, cuando se disolvió, apenas representaba el 6%.
La Kominform (acrónimo en ruso de Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros) era una organización para el intercambio de información y experiencias entre los partidos comunist
La Kominform fue creada entre el 22 y el 27 de septiembre de 1947 durante una conferencia de dirigentes de Partidos Comunistas celebrada en Szklarska Poręba (Polonia). El impulsor de la creación de la Kominform fue el representante soviético, Andréi Zhdánov, quien en respuesta al Plan Marshall impulsado por el presidente de los EE. UU., Truman, en Europa Occidental, pronunció un discurso en el que sentó las bases de la nueva política internacional de la Unión Soviética en la que se llamó doctrina Zhdánov.
Su primera sede fue la ciudad de Belgrado (Yugoslavia), pero en junio de 1948, la Kominform condena al régimen de Tito por separarse de la ortodoxia soviética, y la sede se traslada a Bucarest (Rumanía).
Con el inicio de la desestalinización iniciada tras la muerte de Stalin en 1953 y el acercamiento de Nikita Jrushchov a la Yugoslavia de Tito, la Kominform deja de tener relevancia, para ser disuelta en abril de 1956.

La Crisis De Los Misiles


La crisis de los misiles en Cuba es como se denomina al conflicto entre la Unión Soviética y los Estados Unidos a finales de 1962, y es una de las mayores crisis entre ambas potencias durante la Guerra Fría.
Los orígenes del conflicto residen en la decisión del Partido Comunista soviético de apoyar más directamente al gobierno de Cuba al mando de Fidel Castro, debido al antecedente que se creó con la operación fracasada de Bahía de Cochinos, que dio muestras inequívocas de que Estados Unidos no iban a permitir un gobierno pro-soviético a escasos kilómetros de sus costas. La URSS vio en Cuba la base necesaria para el apoyo a nuevas oleadas revolucionarias pro-soviéticas en países americanos, así como por su cercanía a Florida, una base militar desde donde poder amenazar a los Estados Unidos sin que éstos tuvieran tiempo de reacción, igualando así la amenaza que significaba para los soviéticos los misiles estadounidenses emplazados en Turquía, estado fronterizo con la URSS, y la República Federal Alemana. Por ello, el líder soviético Nikita Jrushchov y su gobierno decidieron asegurar la isla con la instalación de bases de misiles, con capacidad para alcanzar Estados Unidos y dispuestos para llevar cabezas nucleares.
La instalación fue descubierta por las fotografías de un avión espía estadounidense, el U-2. Analistas de la CIA señalaron al presidente John F. Kennedy que estructuras fotografiadas en Cuba parecían corresponder a instalaciones de misiles, todavía no operacionales pero que lo estarían en poco tiempo. Kennedy, se dirigió a la Nación con un mensaje televisado de 17 minutos, el 22 de octubre de 1962. Habló de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla, para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses. Jrushchov dirigió un mensaje a Kennedy el 24 de octubre: "...la URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen"; pero en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad y regresaron o alteraron sus rutas.
El 27 de octubre un avión espía U-2 fue derribado por un proyectil SAM, disparado por los soviéticos desde una de sus bases, cuando sobrevolaba la isla, aumentando aún más la tensión. Sin embargo, el mismo día, Jrushchov propuso a Kennedy el desmantelamiento de las bases soviéticas de misiles nucleares en Cuba, a cambio de la garantía de que Estados Unidos no realizaría ni apoyaría una invasión a la antilla caribeña, además, también debería realizar el desmantelamiento de las bases de misiles nucleares estadounidenses en Turquía. Después de continuas negociaciones secretas, de las que estuvo excluido Castro, Kennedy aceptó. Este acuerdo se conoció más tarde, ya que Kennedy lo firmó con la condición de que ni la no invasión a Cuba ni el desmantelamiento arriba mencionados, llegaran a ser de público conocimiento en al menos 6 meses.
De esta forma se puso término a la crisis sin dar muestras de debilidad ni de derrota por ninguna de ambas potencias, ya que el teatro de la Guerra Fría quedó así igualado, y se volvió a evitar el conflicto directo; algo que tanto en Washington como en Moscú no se quiso ni imaginar, por mucho que la publicidad bélica de la época dijera lo contrario; traspasando los enfrentamientos a terceros países como ocurrió en Corea y en Vietnam.
En este momento se creó el llamado teléfono rojo, línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas potencias durante períodos de crisis.
El 29 de octubre Nikita Jrushchov envió a Fidel Castro un informe de los términos del acuerdo soviético-norteamericano sobre Cuba.
En un artículo escrito en esos días y no publicado hasta después de su muerte, Ernesto "Che" Guevara criticó la actitud de los soviéticos: "Es el ejemplo escalofriante de un pueblo que está dispuesto a inmolarse atómicamente para que sus cenizas sirvan de cimiento a sociedades nuevas y que cuando se hace, sin consultarlo, un pacto por el cual se retiran los cohetes atómicos, no suspira de alivio, no da gracias por la tregua; salta a la palestra para dar su voz propia y única, su posición combatiente, propia y única, y más lejos, su decisión de lucha aunque fuera solo
América Latina
Augusto Pinochet y Jorge Videla, dictadores y gobernantes de facto de Chile y Argentina.
Como se ha documentado, la mayor parte de los dictadores militares latinoamericanos fueron formados en la Escuela de las Américas, institución que en el contexto de la Guerra Fría garantizó la fidelidad de los ejércitos latinoamericanos a la política exterior de los Estados Unidos de Norteamérica. En el caso de América Latina se usó habitualmente la amenaza del comunismo.
La dictadura militar típica en América Latina es la dirigida por una junta o un comité integrado por la dirección del Estado mayor de los militares. Así fue como ocurrió en Argentina, entre 1976 y 1983, años en que fue gobernado por juntas militares integradas por los más altos representantes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. En este caso, el presidente de la junta, primero entre iguales, suele asumir a menudo personalmente la jefatura del estado. Así ocurrió con el General Jorge Videla, quien asumió el poder en Argentina tras el Golpe de Estado de 1976, y en Chile con el general Augusto Pinochet Ugarte, quien ostentó el poder en ese país entre 1973 y 1990.
Otras dictaduras militares están enteramente en las manos de un solo oficial, generalmente el comandante en jefe del ejército. Ese fue el caso de Bolivia, con la dictadura del General Hugo Banzer, entre 1971 y 1978. En Paraguay sobrevivió como dictador militar el general Alfredo Stroessner, quien gobernó ese país 35 años, desde 1954 hasta 1989. Otro dictador militar que se mantuvo por mucho tiempo fue Anastasio Somoza García, quien gobernó Nicaragua entre 1936 y 1956 y estableció una dinastía familiar que gobernó el país hasta 1979.
Como todas las dictaduras, una dictadura militar puede ser oficial u oficiosa (algunos dictadores militares, como Manuel Noriega en Panamá, aparecían como nominalmente subordinados al gobierno civil, no obstante ser el hombre fuerte del régimen). El grado de control por parte de los militares sobre la sociedad civil es variable, existiendo situaciones más o menos mixtas, donde los militares ejercen una influencia muy fuerte sin ser enteramente dominantes.
Dictaduras militares en el mundo
Mobutu Sese Seko, dictador militar del Congo.
Aparte de América Latina, tanto África como el Oriente Próximo han sido áreas comunes de desarrollo de las dictaduras militares. Una de las razones fundamentales es que las fuerzas armadas a menudo tienen más cohesión y estructura institucional que la mayoría de las instituciones civiles de la sociedad en la que toman el poder.
En estos casos, los gobiernos militares vienen más a menudo a ser conducidos por una sola persona de gran alcance, y son autocracias además de dictaduras militares. Como líderes de tales dictaduras se puede mencionar a Muammar al-Gaddafi de Libia, Idi Amin en Uganda, y de Gamal Abdel Nasser en Egipto, los cuales muy habitualmente desarrollaron un culto a la personalidad. Un patrón muy diferente fue aplicado por el régimen de Saddam Hussein en Irak, que comenzó como estado unipartidista gobernado por el partido de Baaz, pero en el curso de su existencia se transformó en una dictadura militar.
En la actualidad
A partir los años 90 del siglo XX, las dictaduras militares se han reducido. Existen diversas causas: las dictaduras militares no tienen una excesiva legitimidad y credibilidad internacionales; además, el final de la Guerra Fría y el derrumbamiento de la Naciones actualmente bajo una dictadura militar.

BIOGRAFIA DE ESTALIN


Stalin Losif o Jossif Vissariónovich Dzhugashvili, Dictador soviético (Gori, Georgia, 1879 - Moscú, 1953). Era hijo de un zapatero pobre y alcohólico de la región caucásica de Georgia, sometida a la Rusia de los zares. Quedó huérfano muy temprano y estudió en un seminario eclesiástico, de donde fue expulsado por sus ideas revolucionarias (1899). Entonces se unió a la lucha clandestina de los socialistas rusos contra el régimen zarista. Cuando en 1903 se escindió el Partido Socialdemócrata, siguió a la facción bolchevique que encabezaba.
Fue un militante activo y perseguido hasta el triunfo de la Revolución bolchevique de 1917, época de la que procede su sobrenombre de Stalin («hombre de acero»). La lealtad a Lenin y la falta de ideas propias le permitieron ascender en la burocracia del partido (rebautizado como Partido Comunista), hasta llegar a secretario general en 1922.
Stalin comprendió entonces una pugna con Trotski por la sucesión de Lenin que, ya muy enfermo, moriría en 1924. Aunque el líder de la Revolución había indicado su preferencia por Trotski (pues consideraba a Stalin «demasiado cruel»), Stalin maniobró aprovechando su control sobre la información y sobre el aparato del Partido, aliándose con Zinoviev y Kamenev hasta imponerse a Trotski. La lucha por el poder se disfrazó de argumentos ideológicos, defendiendo cada bando una estrategia para consolidar el régimen comunista: la construcción del socialismo en un solo país (Stalin) contra la revolución permanente a escala mundial (Trotski).
Para Stalin lo esencial era la ambición de poder, pues una vez que eliminó a Trotski (al que mandó al exilio en 1929 y luego hizo asesinar en 1940), se desembarazó también del ala «izquierda» del partido (Zinoviev y Kamenev, ejecutados en 1936) y del ala «derecha» (Bujarin y Rikov, ejecutados en 1938) e instauró una sangrienta dictadura personal, apropiándose de las ideas políticas que habían sostenido sus rivales.
Stalin gobernó la Unión Soviética de forma tiránica desde los años treinta hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido jamás; pero también hay que atribuirle a él la realización del proyecto socioeconómico comunista en Rusia, la extensión de su modelo a otros países vecinos y la conversión de la URSS en una gran potencia.
Radicalizando las tendencias autoritarias presentes entre los bolcheviques desde la Revolución, acabó de eliminar del proyecto marxista-leninista todo rastro de ideas democráticas o emancipadoras: anuló todas las libertades, negó el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen policial. Dispuesto a eliminar no sólo a los discrepantes o sospechosos, sino a todo aquel que pudiera poseer algún prestigio o influencia propia, lanzó sucesivas purgas contra sus compañeros comunistas, que diezmaron el partido, eliminando a la plana mayor de la Revolución.
Con la misma violencia impuso la colectivización forzosa de la agricultura, hizo exterminar o trasladar a pueblos enteros como castigo o para solucionar problemas de minorías nacionales, y sometió todo el sistema productivo a la estricta disciplina de una planificación central obligatoria. Con inmensas pérdidas humanas consiguió, sin embargo, un crecimiento económico espectacular, mediante los planes quinquenales: en ellos se daba prioridad a una industrialización acelerada, basada en el desarrollo de los sectores energéticos y la industria pesada, a costa de sacrificar el bienestar de la población (sometida a durísimas condiciones de trabajo y a grandes privaciones en materia de consumo).
La represión impedía que se expresara el malestar de la población, apenas compensada con la mejora de los servicios estatales de transporte, sanidad y educación. A este precio consiguió Stalin convertir a la Unión Soviética en una gran potencia, capaz de ganar la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y de compartir la hegemonía con los Estados Unidos en el orden bipolar posterior.
Stalin fue un político ambicioso y realista, movido por consideraciones de poder y no por ideales revolucionarios. Este maquiavelismo fue más palpable en su política exterior, donde la causa del socialismo quedó sistemáticamente postergada a los intereses nacionales de Rusia (convirtiendo a los partidos comunistas extranjeros en meros instrumentos de la política exterior soviética).
No tuvo reparos en firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi para asegurarse la tranquilidad en sus fronteras, el reparto de Polonia y la anexión de Estonia, Letonia y Lituania (Pacto Germano-Soviético de 1939). A pesar de todo, Hitler invadió la URSS, arrastrando a Stalin a la guerra en 1941. Stalin movilizó eficazmente las energías del país apelando a sus sentimientos nacionalistas (proclamó la Gran Guerra Patriótica): organizó la evacuación de la industria de las regiones occidentales hacia los Urales, adoptando una estrategia de «tierra quemada». Con ayuda del clima, de las grandes distancias y de la lucha guerrillera de los partisanos, debilitó a los alemanes hasta recuperarse y pasar a la contraofensiva a partir de la batalla de Stalingrado (1942-43). Después el avance ruso fue arrollador hasta llegar más allá de Berlín.
Reforzado por la victoria, Stalin negoció con los aliados (Estados Unidos y Gran Bretaña) el orden internacional de la posguerra (Conferencias de Yalta y Postdam, 1945), obteniendo el reconocimiento de la URSS como gran potencia (con derecho de veto en la ONU, por ejemplo). Los aliados tuvieron que aceptar la influencia soviética en Europa central y occidental, donde Stalin estableció un cordón de «Repúblicas populares» satélites de la URSS.
Stalin mantuvo la inercia de la guerra, retrasando la desmovilización de su ejército hasta el momento en que pudo disponer de armas atómicas (1953) y fomentando la extensión del comunismo a países en los que existieran movimientos revolucionarios autóctonos (como Grecia, Turquía, China, Corea…). La resistencia norteamericana a sus planes dio lugar a la «guerra fría», clima de tensión bipolar a escala mundial entre un bloque comunista y un bloque occidental capitalista, que perduraría hasta la desaparición de la URSS.